Costa Azul: “Falta de previsión” y “pensar la costa que queremos”

Tras el julio más caliente de los últimos 25 años en La Paloma y frente a los indicios climáticos, el oceanógrafo y docente, Daniel de Álava propone buscar “varias alternativas”, recomienda “achicarse” y “dejar espacio para que el mar pueda reacomodarse”.

Una de las principales vías de acceso a la playa de Costa Azul, se encuentra obstruida por la obra de defensa costera inaugurada el pasado 30 de junio. El enrocado quedó al descubierto, generando una barrera que imposibilita la bajada desde el ingreso lindero a la parada 13 por la costanera Tabaré. Luego de caminar aproximadamente una cuadra por el pasillo que se conformó entre el fondo de las propiedades privadas y las piedras, se sitúa la primera entrada accesible, que permite surcar la contención y descender a la costa.

A menos de tres meses de su inauguración, la construcción llevada a cabo por la Intendencia de Rocha (IdR), generó diferentes denuncias por parte de la comunidad y la desaprobación de la academia. El murallón construido a lo largo de 1.000 metros, con el objetivo de defender las propiedades privadas que se encuentran en la primera línea de la faja costera, presenta actualmente varios focos con el empedrado al descubierto, lo que causó, en más de una ocasión, el desprendimiento de las piedras que finalizan esparcidas en la costa.

“La comunidad perdió su playa”

Un conjunto de vecinas y vecinos de Costa Azul fueron recibidos en el Senado el pasado 8 de agosto por la Comisión de Medio Ambiente, en representación del grupo “Defensa de Nuestra Playa Costa Azul”. Allí explicaron que decidieron recorrer este camino por la falta de respuesta por parte del Ministerio de Ambiente y de la Intendencia de Rocha, respecto a estudios previos “de impacto a nivel social, económico y medioambiental”.

“La comunidad perdió su playa, simplemente para salvar 20 o 30 casas. Hubo una pérdida de espacio de la comunidad”, manifestó Ricardo Zouko, integrante de la delegación que concurrió a la comisión. Otro de los aspectos por los que reclaman, es que varios de los propietarios favorecidos por la obra, aprovecharon la intervención y “no solo agrandaron los terrenos en el borde, sino que a algunos se les adelantó entre tres y cuatro metros”. “Es por eso que sostenemos que han privatizado la costa. Ellos se han adueñado de esa parte y el resto de la población nos quedamos sin costa, sin nada”, sostuvo Mariela Mogni.

Las abogadas que asesoran a la agrupación de vecinos, solicitaron acceso a la información pública y, al día de hoy, tan solo tuvieron respuesta por parte de la Facultad de Ingeniería. “La Intendencia no respondió ni pidió prórroga”, mientras que el Ministerio de Ambiente “solicitó más plazo” para dar respuesta a las consultas, aseguraron los propios vecinos a El Vigía.

Otro elemento que resaltaron en la comisión es que en la presentación de la obra, el intendente dijo que los 83 padrones beneficiados deberán abonar durante 30 años un sobrecosto de $16.000 anuales, debido al endeudamiento por 1.000.000 de dólares que asumió la IdR. Al respecto, los vecinos dicen no saber a qué padrones se refiere “porque no hay 83 padrones, la mayoría ya no existen, es arena y agua”, por lo tanto “esta construcción se hizo sobre padrones privados, es decir, es una intervención pública sobre padrón privado” y “desde el punto de vista legal la situación genera dudas”.

En última instancia, manifestaron que la única forma de enmendar el daño realizado es que se “quiten las piedras y que nos devuelvan la playa, nuestro objetivo es que restituya el espacio público que había”.

Contra el cambio climático

Por su parte, el actual intendente, Alejo Umpiérrez, dijo a Ulmañas que respeta la postura de los vecinos, pero lamenta que actúen “más por un impulso emocional que por una cuestión racional”, también puntualizó que desde el grupo de vecinos “nunca pidieron una reunión con los equipos técnicos”.

“La obra está avalada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, diseñada a través del IMFIA (Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental) y avalada por el Ministerio de Ambiente”, insistió Umpiérrez, que calificó a la edificación como una “protección costera” y confía en que “el mar detenga su avance por esta obra”, dado que se trata de la “primera obra contra el cambio climático”.

A raíz de las críticas de los lugareños, Rodrigo García, director de Ambiente y Cambio Climático de la IdR, señaló a VTV Noticias que “estaba previsto” que las piedras más pequeñas, ubicadas en la primera línea de la contención sean removidas con las primeras sudestadas, “quizá no estaba previsto tanta cantidad, pero eso se va a acomodar”, comentó. El director contó que se trata de “la primera obra de estas características” a nivel nacional y que será un “ejemplo para otras zonas de Rocha”. Además reconoció que «se perdieron un par de metros” de costa, pero “no quiere decir que no tengamos playa”, por el contrario, desde la finalización de la obra se captaron “50 centímetros de acumulación de arena”, esto “quiere decir que el mar no está erosionando como lo estuvo haciendo hasta ahora”.

Más tarde, consultado por La Diaria, confirmó la inexistencia de un estudio previo de impacto ambiental presentado al Ministerio de Ambiente: “No, porque el informe y el estudio del IMFIA ya era una especie de estudio de impacto ambiental. El informe es tan completo que muestra todo un modelo de proyección de cómo se va a comportar la estructura. Entonces, tenés más que un informe de impacto ambiental”.

Desde el municipio de La Paloma, el alcalde frenteamplista, Sergio Muniz, discrepa con la comuna y advierte que “ya no hay playa. Los que ganaron metros fueron los predios privados, y hoy en día la playa no existe”. El ex intendente, Anibal Pereira, consideró que “algo había que hacer” por el deterioro de las viviendas, aunque remarcó que se le otorga solución tan solo a “20 casas”.

El papel del IMFIA

El pasado 10 de julio, el IMFIA respondió un pedido de acceso a la información pública, donde aclaró que su trabajo se ajustó al “prediseño de la protección”, pero no realiza un “diagnóstico de las causas que dan lugar a la erosión en la playa en la zona ni propone soluciones que aborden dichas causas en ninguna escala temporal”.

Luego de entregado el informe, “el IMFIA se limitó a responder dudas respecto al contenido, planteadas por técnicos de la IdR y del Ministerio de Ambiente, y a responder dudas planteadas durante la sesión de la Junta Departamental de Rocha realizada el 5 de octubre de 2021”, tampoco tuvo “participación alguna en el diseño ejecutivo ni en el control de ejecución de la obra”, por lo que “no sabemos si el proyecto ejecutivo y la ejecución se aparta de las recomendaciones dadas por el IMFIA”, concluye el informe.

Las edificaciones sobre las dunas y sus consecuencias

Daniel De Álava, licenciado en Oceanografía Biológica, Magister en Ciencias ambientales y vecino de La Paloma, asegura que hay cuestiones “ni siquiera pensadas” a nivel nacional, falta “mucha discusión” y escenarios “para marcar la pista hacia adelante”.

El docente del CURE (Centro Universitario Regional del Este) del Departamento

Interdisciplinario de Sistemas Costeros y Marinos, hace memoria y resalta como un mojón lo que fue la construcción del puerto de La Paloma, obra que “modificó de por sí toda la forma del arco de playa” en la zona. Esto sumado al retiro discrecional de arena con fines particulares, el incremento de las edificaciones sobre las dunas y la urbanización a su alrededor que, según explica, son “el impacto número uno”, acarreando “aguas de escorrentías de los techos y de la caminería” hacia la costa.

A su entender, las edificaciones sobre las dunas impiden las fluctuaciones de arena, mientras que el mar lejos de transportar arena hacia la costa, “la está metiendo en el puerto” porque ya no tiene lugar donde colocarla. “El espacio era donde ahora están las casas, donde se encontraba anteriormente la duna”. Todo lo que anteriormente “era poroso” y absorbía agua “como una esponja, comenzó a quedar impermeable”, el agua empezó a bajar “como torrente, cada vez hay más caudal en la playa” y cuando el mar crece le permite “llegar más arriba”.

Si bien los cambios a nivel del mar y las escalas temporales son de “cientos de años», «nuestra capacidad de incidir en esos cambios hace que algunos sean mucho más rápidos” de lo que podría suceder naturalmente.

“Este año por ejemplo fue el julio más caliente de los últimos 25 años desde que se toma temperatura acá en La Paloma”, y si “tenemos en cuenta de que el mar subió en los últimos 100 años en esta zona y que va subir más a nivel global, podemos tener algunos indicios que a niveles climáticos hay una tendencia de ciertos cambios que nos van a dar problemas”. Frente a estos eventos, propone buscar “varias alternativas”, ya que “no podemos forrar la costa del Uruguay de piedra, no tendría mucho sentido”.

¿Qué costa queremos?

En el caso de Costa Azul, de Álava sostiene que primó “la falta de previsión, la falta de pensar la costa que queremos, como la queremos y para quien la queremos”.

“Y ahí vienen los ecosistemas. Las playas no son solo la arena, hay vida ahí, y que una playa tenga cierto valor tiene que ver con el olor, con los ruidos. Está comprobado y hace a la calidad de las playas”, dice el oceanógrafo, e interpreta que “no se arregla con la banderita de la certificación en la playa, baños, wifi, chiringo con agua, estos son 10 puntos de mordomia, pero no son 10 puntos de calidad de playa”.

“La cultura relacionada a la playa tiene mucho que ver también”, observa y se pregunta: “¿Qué significa para la gente esa playa? ¿Sigue significando lo mismo? ¿Los que vivían desde antes se siguen sintiendo parte de ese lugar o se quieren ir porque no da más?”

Al implantar una “obra dura, acumular piedras o ensayar un barco, lo que sucedió en La Pedrera con el Cathay” (pesquero chino que naufragó en 1977) tiende a “dividir” a sus costados. “Hay que tener conciencia y pensar hacia dónde estamos yendo. ¿En qué medida sirve la obra? ¿Hasta dónde? ¿Y qué es lo que yo espero?”, se cuestiona el docente.

El principal problema que vislumbra “es que el mar va a rebotar, va a transmitir impacto” debido a que “no es una estructura que disipe la energía”, por lo que ante “un acontecimiento de alta energía, una tormenta con un nivel de mar más alto y un nivel de oleaje más fuerte” donde permita que “el mar encuentre la piedra, va a empezar a socavar”.

“No creo que sea una solución a largo plazo”, opinó, y a su vez dijo “que es un gasto de dinero que habría que ver muy bien hasta donde se puede sostener”.

“Achicarse” y “ablandar la costa”

En cuanto a las medidas adoptadas a nivel internacional, de Álava, quien se encuentra estudiando la evolución costera a largo plazo, aseguró que “es mejor achicarse, prever, los ingleses los han acuñado la retirada estratégica”. “La intención de eso, es ablandar la costa y dejar espacio para que el mar pueda reacomodarse”, afirma.

En la misma línea, “en Australia tienen determinadas zonas ya marcadas y la planificación comienza desde ahí hacia atrás, hacia el continente. No siguen ocupando, y aquí es al revés”.

De Álava plantea y opta por “soluciones que son más blandas”. “Ahora no creo que tenga mucha solución”, sin embargo hay iniciativas que “no son creíbles porque son más baratas y tan sencillas como poner palos”. “Los ingleses lo llamaban soldaditos de playa que son palos para que las olas pierdan la energía”, añadió.

Consultado acerca de la afirmación de Umpiérrez, quien augura que “el mar detenga su avance por esta obra”: “Es de un poeta”, ironizó con simpatía el docente. “El mar no detiene su avance”. “Me gustaría equivocarme pero no creo que sea posible”, el mar “no toca la piedra y se va”, además “tiene todo el tiempo del mundo”.

Periodista: Facundo Terra
Fuente: El Vigía